Los pies de los niños están desarrollándose y los zapatos son una pieza clave para que todo vaya tal y como debería. Una buena horma en el zapato impide que el pie sufra o que el niño se acostumbre a pisar de una manera inadecuada. Además, permitirá que el pequeño se sienta mucho más estable y por tanto camine con más seguridad.

La piel del niño es muy delicada y por eso hay que evitar los zapatos de plástico que harán roces en sus pies. También causarán mucho más sudor y esa es una de las causas más importantes de la aparición de los hongos. Por eso, el calzado para niños tiene que ser siempre de pie o de tela de buena calidad, perfectamente transpirable y de la talla adecuada.

Comprar calzado de buena calidad no quiere decir tener que comprar caro. Por ejemplo las zapatillas Munich niño baratas que puedes encontrar en alguna página son exactamente de la misma calidad que los mismos modelos que ves en otras páginas más caras y proporcionan al niño estabilidad, buena horma y una gran comodidad.

Muchos padres se escudan en que los niños no aprovechan prácticamente las zapatillas para justificar el comprar calzado de mala calidad, pero como hemos dicho, las zapatillas buenas no tienen por qué costar un dineral. Adquiere zapatillas en outlets o en rebajas y, si las encuentras muy baratas, compra además alguna de más número del actual y tendrás zapatillas disponibles para cuando el pie crezca.

Llevar un calzado más pequeño del que corresponde al niño hace que este vaya con los dedos encogidos y puede causar malformaciones. Tampoco debe de ser demasiado rígido porque restringirá sus movimientos. Al contrario, debe de ser muy flexible para adaptarse a su forma de pisar y no impedir que pueda doblar el pie.

Y también debe de ser ligero, ya que aunque nos parezca curioso, algunos zapatos son demasiado pesados y esto hace que las articulaciones de pie se resientan. ¿Nunca te has quitado unos zapatos tras todo el día y has notado que te duele en la unión de la pierna con el pie? Eso es porque el zapato es pesado y has tenido que hacer más fuerza de la habitual para elevar el pie y realizar el movimiento de caminar. En un niño que todavía no tiene bien formados sus huesos, las consecuencias pueden ser serias.